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Copyright Francisco José Del Río Sánchez 2008

domingo, 14 de mayo de 2017

La vieja del bosque. Relato Erótico/Esotérico 3ª parte

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Continuación:

Invitó a unos chavales a que acamparan junto a su casa, les dio agua, en la zona es muy escasa, les cocinó y encendió un gran fuego para ellos en el patio de la casa. Traían sus bebidas y ella también bebió, fue todo muy fácil, una vez se decidieron a bailar alrededor del fuego, los acontecimientos se precipitaron. Rápidamente mientras bailaban fueron quitándose todos la ropa, ella también, algunos ya lucían miembros enhiestos fruto de la perenne excitación juvenil. Ella pasaba entre ellos agarrando vergas y riendo; pronto se encontró tirada en el suelo con una en su boca y otra en la vagina, no tardaron mucho en llenarla de semen y de su vigorizante energía, otros ocupaban su lugar y ella no daba a basta en recoger sus eyaculaciones en su interior, se sintió renacer. Tras varias rondas se consiguió levantar y tumbó a uno que todavía podía mantenerse de pie, agarró las pollas de dos que se acercaron y antes de meterse una en la boca le ordeno al otro que le partiera el culo como si fuera un toro.
Pronto se sintió enculada, como si un pene bicéfalo la penetrara por la vagina y el ano, a su vez chupaba otra polla enérgicamente. Un triple, tan difícil de conseguir y tan energetizante, pero tenía que ser al unísono, la anciana bruja se lo había dicho muchas veces, era un mirlo blanco pero quien lo cazaba tenía asegurada media eternidad. Distraída por esos pensamientos su boca se llenó de semen, a pesar de cogerla por sorpresa absorbió con todas sus fuerzas y el chico tras dar un alarido cayo redondo al suelo, lo otros también gritaban y pronto se correrían. Se paró y busco alguno despierto, lo encontró meando contra la pared, menudo cerdo; ven aquí o mañana te corto los huevos por mearte en mi casa. El chico medio ido se acercó preguntando que quería, la vieja le cogió el nabo y se lo metió en la boca, de dos chupetadas ya notó el sabor del semen. Movió las caderas con violencia y notó el orgasmo de los otros dos, chupo con fuerza y el semen se expandió por su boca, su vagina y su ano; concentró su inspiración al bajo vientre como si todos sus orificios sexuales aspiraran a la vez. Tres corrientes eléctricas se unieron en su abdomen y entre gritos, los suyos y los de los chicos, perdió el conocimiento.
Amaneció un nuevo día, más radiante que ningún otro y marcho a buscar sus cabras y traerlas para ordeñar. Por la noche los chicos seguían tirados por cualquier lado durmiendo. No despertaron hasta la mañana siguiente, cuando se fueron la vieja, que ya no era tan vieja les dijo que volvieran cuando quisieran. A partir de ese año no le faltó acampada de chavales por semana santa, pero no todos volvían.
En verano era la época de vacas flacas y el invierno de los solitarios, de estos tenía alguno fijo que pasaba por allí con regularidad. A los forestales decidió no “molestarlos” y a la gente del pueblo tampoco, tenía bastante con los foráneos y así se ahorraba habladurías. Bajo de nuevo al pueblo a vender sus productos, de ser la bruja ya había pasado a ser la loca de la sierra; hasta un equipo de televisión la visitó una vez del canal regional decían que eran, pero ella no quiso tanta publicidad cuando se enteró que podrían verla millones de personas.
Todo parecía seguir una rutilante normalidad en su vida, hasta que llegó aquella pareja, y entonces se imaginó que lo que estaba sintiendo era lo mismo que sintió aquella anciana desarrapada medio bruja que le enseño todo. Aún más, cuando después de montar la tienda, la chica se acercó a saludarla al mirar sus ojos, vio los ojos de la vieja bruja y supo que era ella; se quedó en silencio, la chica la miraba extrañada, le tomó las manos y le dijo, me alegra volver a verte. La chica se soltó de las manos y se retiró asustada y pudo escuchar como le decía a su novio que la vieja le daba miedo. Eran muy atractivos y atléticos los dos, el moreno pelo rizado por los hombros, ojos miel, piel morena, alto y ella rubia ceniza, también alta, delgada, con los músculos marcados; parecían dos sementales, dos caballos de pura raza. Entendió que algo iba a cambiar y marchó al bosque a hablar con la noche.
A la mañana siguiente volvió, los chicos dormían, preparó el desayuno; tenía que enseñarles a ambos, ya no se trataba de vaciar hombres de energía, si no de compartir las energías masculina y femenina para hacer un nuevo ser humano.
Los chicos la evitaban, pero ella se los ganó enseñándoles tesoros que no había compartido con nadie, les guisó setas con bellotas dulces y les dio de beber su licor de hierbas. Esa noche estaban preparados. Cuando los escuchó hacer el amor en la tienda se acercó despacio, era Octubre y las noches eran todavía calurosas, como suele ser normal en el sur; él estaba encima de ella, frente a frente, y la penetraba con violencia. Le susurró más despacio y su orgasmo será más intenso y más largo, el chico se volvió sorprendido pero le hizo caso; la chica cabalgaba sus orgasmos con sus caderas, gritaba sin parar. Más despacio, le dijo de nuevo al chico, este entraba y salía con suavidad de la vagina de la chica, está lloraba de placer en un orgasmo continuo. Ahora imagina que inspiras su orgasmo, el chico no parecía entender, pero gritó y se arqueó, me voy, dijo sin apenas abrir la boca. La vieja le presiono en el perineo y le dijo todavía no. La chica seguía gritando y el chico sentía como su glande se expandía en todas direcciones. La vieja le metió el dedo en el ano y presionó ligeramente la próstata, el chico estalló en una violenta eyaculación; ella le agarro la cabeza y aspiro de su boca llenándose de sus orgasmos, le soltó y le ordenó bésala y sopla en su boca. Los dejos unidos, gimiendo, con sus sexos y sus lenguas entrelazadas.
A la mañana siguiente les hizo un desayuno especial con cuajo de leche de cabra y miel, ambos estaban radiantes pero silenciosos, ella tampoco habló. Durante el día les enseño a ordeñar y después estuvieron haciendo quesos. Ya se tenían que haber ido pero no podían.
Por la noche la chica le sacó el tema de lo que había pasado, ella no se había dado cuenta, pero él se lo había contado todo. La vieja le dijo que si querían aprender tenían que hacer lo que ella dijera. Que lo hablaran.
Al rato volvieron de la mano, la vieja les explico, lo del intercambio de energía y lo del ser andrógino y que si ellos lo aprendían era para enseñarlo a su vez a otros, en la ciudad o donde fuera asintieron.
Ven guapo le dijo, llevándolo a su camastro y tu obsérvame, le dijo a la chica. Se subió sobre el pene del chico y pronto lo llevó al orgasmo, aspiro su eyaculación y su energía, la chica vio la llamarada. Ven guapa, la beso soplándole parte de la energía, se le nublaron los ojos a la chica, le quito la ropa y la tumbón junto al chico, daros la mano, les dijo mientras metía su cara en el sexo de la chica, sopló y le quemo; beso, succionó y la volvió loca, cuando se corrió le dijo ya estás abierta y beso con sus labios empapados de flujo vaginal al chico soplándole parte de la energía del orgasmo. Ahora hacer el amor, sin preocuparos de nada; la vieja daba vueltas a su alrededor acariciando sus cuerpos y moviendo la energía de ambos, se corrieron varias veces y absorbió sus orgasmo rápidamente besándolos con fuerza. Cuando terminaron recorrió, soplando con su boca, sus columnas vertebrales, recreándose en el coxis.
Al día siguiente por la mañana, los despertó y les lavó los sexos con agua, se tumbó en el camastro he hizo que la chica se montaran a horcajadas sobre su cara y que el chico la penetrara. Debían sincronizar los orgasmos para provocar un bucle perfecto; tras varios orgasmos fallidos, llego la descarga; tres orgasmos simultáneos rotando su energía en círculo a través de los tres cuerpos, la santísima trinidad. Se sintieron desfallecer.
Volver pronto les dijo al marcharse la joven pareja; a partir de ese día no buscó más hombres, las arrugas aparecieron en su cara y aunque los chicos iban a menudo, no faltaban un mes; ya no era como antaño y ella se sentía desfallecer. Se apagaba y ellos lo sabían.

Pronto la chica ocupó la posición central, acostada boca arriba en el círculo energético, la anciana se ponía de cara al chico y durante el orgasmo múltiple besaba su boca. La chica cada vez era más fuerte y ella más débil.
Vendió sus cabras y marchó al bosque, se despidió del abuelo, el árbol centenario con el que hablaba, y buscó una grieta donde tumbarse, en medio de un torcal de difícil acceso. Se sonrió y exhalo su último suspiro; ascendiendo a la luz pudo ver los buitres acudiendo a su llamada.







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