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Copyright Francisco José Del Río Sánchez 2008

martes, 4 de abril de 2017

Los tres errores del Cristo Bíblico

Al terminar la sanación que me estaba realizando me dijo: “Te he visto en actitud de sacrificio, andando de rodillas y cargando con una cruz”. Asentí, porque así me siento y me he sentido durante la mayoría de mi vida.
Al día siguiente, al meditar tocando los cuencos, intento limpiar esa energía, me veo de rodillas cargando con mi cruz, ando sobre unos callos como pies que tengo en las rodillas, intento levantarme, más me resulta imposible, las articulaciones de mis piernas no pueden enderezarse. Mientras intento liberarme, lagrimas brotan en mis ojos y corren por mis mejillas, por el dolor pasado, por el inútil sacrificio realizado porque creía que debía ser así; a duras penas parece que me incorporo para caer de nuevo de rodillas, suelto la cruz y sigo intentándolo.
Sufrir, sacrificar nuestra vida, mortificar nuestro cuerpo, ¿para qué? Para que nos quieran, para asegurarnos una utópica salvación, para ser santos.
Pienso en los errores del Cristo, en sus tres errores, el acto violento contra los mercaderes del templo, el sacrificio en la cruz y la resurrección.
Consigo ponerme de pie pero no puedo casi andar, mis piernas rígidas, mis caderas bloqueadas ya no pueden más, necesito abandonar el espíritu de sacrificio, pulsión egoísta que está devastando mi cuerpo. No necesitamos sacrificarnos por nada, Jesús no necesitaba sacrificarse por nadie, de hecho, si existió, creo que fuimos nosotros los que le matamos. Sacrificio que sólo tiene utilidad para los que se benefician de él, perpetuado de generación en generación para que todos carguemos con el peso de Dios en nuestras espaldas. El peso de la culpa, el sufrimiento y el aborregamiento en rebaños bien dirigidos.
El primer error del Cristo es el uso de la violencia verbal y física contra los mercaderes del templo, los que en su opinión estaban mancillando la casa de Dios, el uso de medios violentos para conseguir un fin noble, el creer que nuestra concepción de la vida es la correcta y por ello podemos faltar al respeto a otros, violentarlos. Apuntillar la idea de que el fin justifica los medios, para alcanzar un fin noble hemos de usar medios nobles, lo contrario siempre desvirtúa el fin.
El tercer error es resucitar para demostrarnos su supuesto carácter divino, mostrándonos una vida mejor tras la muerte, una vida eterna tras el paso por la tierra de gozo y dicha. Algo que si no realizamos en esta vida no lo lograremos después de la muerte.
Cada error más grave que el anterior, primero el uso de la violencia, peor aún la necesidad de sacrificarse y el tercero separando la divinidad, él, del resto de mortales. Estos errores no los encontramos en las religiones orientales más importantes como el Taoísmo o el Budismo, sin querer decir que sean perfectas pero sus vías de liberación son mucho menos nocivas que las del cristianismo.
Toda nuestra cultura es JudeoCristianaIslámica, en Europa, América, Norte de África y Asia menor, es decir beben de las mismas fuentes mediterráneas, compartimos las mismas creencias irracionales que nos apartan de la felicidad. Un ejemplo son estos tres errores del Cristo, pero no son los únicos, compartimos muchos otros con el resto de la humanidad. No podemos dejar de recordarlos pues determinan nuestro pensar, nuestro actuar y nuestra forma de vivir. Tu pensarás que sin esfuerzo no se consigue nada y probablemente tendrás razón, pero cuantas veces lo que llamamos esfuerzo no es simplemente sacrificio; cuantas veces luchar, defender nuestras ideas y principios no es violentar al otro y cuantas veces actuamos pensando en una recompensa terrenal o celestial en nuestro día a día.

¿Alguien te ha demostrado que ese es el camino correcto o sólo lo haces porque te lo han enseñado y crees que es lo correcto?







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